Llegar a ser Directora, quizás no era lo más importante. Para mí siempre fue importante ser un aporte en el cambio de vida de nuestros niños y niñas, a quiénes veía con grandes potencialidades, y que sólo necesitaban motivación para aprender, esa que el día de mañana les abrirá las puertas del mundo.

En el cargo directivo descubrí que mi pasión por la educación me estaba dando una gran oportunidad. Comienza aquí mi gran desafío, debía probarme que todos aquellos sueños que tenía desde el aula eran posibles concretar.

Logré conformar un gran equipo de trabajo, dando los cargos de acuerdo a competencias y habilidades. En este equipo directivo no puedo dejar de reconocer que se consideraron cualidades personales, muy necesarias para lograr un real trabajo colaborativo, como por ejemplo: la apertura al cambio, la flexibilidad y empatía. Esto porque considero que las competencias son más fáciles de desarrollar que algunas características personales.

Una de las mayores dificultades, fue contar con algunos docentes faltos de compromiso y los cuales en el sistema municipal no pueden ser removidos. El desafío estaba en crear instancias para reencantar a esos docentes con el trabajo pedagógico. Para ello, nosotros como equipo directivo nos propusimos ser referentes válidos de profesionalismo y motivación. Así nos hicimos creíbles con nuestra propuesta y ellos al ver resultados se sumaron al trabajo. Suena simple pero claramente fue un proceso complejo. Esto lo hicimos reforzando la idea que estamos en la escuela para que nuestros estudiantes enraízados en un sector rural con alta vulnerabilidad mejoren la calidad de sus vidas. La clave fue reforzar esto una y otra vez.

Para realizar lo anterior, teníamos que buscar algo que fuese ilustrativo de la vulnerabilidad de nuestros estudiantes. Fue así como encontramos, en uno de los tantos informes de contextualización de la realidad escolar, un porcentaje de nuestros estudiantes que no tenía agua potable. Lo primero era entender que si bien el problema no era una prioridad pedagógica de las obligaciones y deberes de la escuela y de los profesores, si afectaba profundamente el bienestar y calidad de vida de nuestros estudiantes. Por eso, con el equipo de gestión y los docentes, desarrollamos un proyecto para mejorar la calidad del agua que tenían nuestros estudiantes. El problema se convertía en una oportunidad docente para hacer conscientes a los profesores de la realidad compleja en la que se trabaja. Así fue posible observar que varios profesores se impactaron con el informe, y no podían creer que en el siglo XXI aún existiesen este tipo de problemas.

Con el involucramiento docente, logramos crear un proyecto de mejora de la calidad del agua potable. En este proyecto participaron la mayoría de los profesores. Sin embargo, algo me decía que debíamos ser más ambiciosos y expandir el proyecto más allá de los límites de nuestra propia escuela. Pensando en esto, este proyecto, lo presentamos en la feria de ciencias en la región, por el gran impacto social que tuvo, nos permitió adjudicarnos fondos para poder ir a presentar el proyecto a Bratislava (Eslovaquia), donde se desarrollaba una feria mundial de Ciencias. El ver a estudiantes que antes no tenían agua potable y ahora andaban presentando su proyecto en Europa, nos llenó de orgullo. En tanto, para los profesores esto se transformó en una inyección de energía y motivación. Esta experiencia transformó la vida de los estudiantes y también la motivación docente. Para mí es imprescindible tener la convicción que todos los niños tienen las mismas capacidades. Cuando la mayoría no aprende es porque no estamos siendo efectivos, o bien porque pusimos techo. Es nuestra responsabilidad como líderes escolares, entregar las herramientas necesarias para que nuestros estudiantes y profesores encuentren sentido al aprendizaje para que se apropien de los conocimientos y vean en la Educación la posibilidad de tener el Mundo que quieren.